Comentarios de
algunos de sus integrantes
Escribir una novela es una
actividad compleja y de largo aliento y por eso requiere una gran
determinación. En el caso de una novela
de época, si se desea que el trabajo tenga densidad y verosimilitud, es
necesario además de un argumento consistente y personajes bien delineados,
conocer los elementos que formarán parte de los palcos en que se desarrollará
la acción. Tal es mi caso, pues pretendo escribir una novela de época con
acciones que se desarrollan en las ciudades de Santa Lucía y principalmente
Montevideo, entre fines del siglo XIX e inicio del XX.
Por eso tendré que investigar
usos y costumbres de la época, así como el telón de fondo de los
acontecimientos históricos. Necesitaré
saber cómo eran ambas ciudades en ese período, su urbanismo, diseño de calles y
plazas, tipo de construcciones edilicias y comercios. Cómo eran las viviendas y
su distribución interior, su mobiliario y utensilios domésticos. Cuáles los temas más comunes de conversación. Qué expresiones coloquiales eran las más
usuales. También será necesario conocer sobre la cotidianeidad, como por
ejemplo qué artículos ofrecían los vendedores ambulantes. Otros aspectos importantes serían los
medios de transporte y la moda en las diferentes clases sociales.
Me he propuesto escribir una saga
de familia, en parte para reivindicar la figura de mi abuela materna, y en
parte, para dar visibilidad a las personas humildes, trabajadoras, que vivieron
en el anonimato durante ese período histórico. Y en especial las mujeres que
quedaron al frente de sus familias por muerte o abandono del compañero,
luchando con los contratiempos de la vida sin estar preparadas para tal
contienda, y sin leyes que las ampararan.
Cuanto más me embreño en el tema,
más me convenzo de mis propósitos. Digo
esto, porque no hubo en Uruguay como si los hubo por ejemplo en Europa,
escritores que tratasen el tema como Zola, Balzac o Gorki. Ellos dejaron un
retrato fidedigno de costumbres, modas, locuciones comunes, lugares donde se
daba la intimidad y los diferentes oficios. En fin, un retrato acabado de los
estratos sociales más bajos de la época.
En Uruguay, lo que existe del
período se remite a las clases sociales altas y sus protagonistas. En este
sentido y apenas como ejemplo, voy a citar un libro muy conocido por todos los
uruguayos, Boulevard Sarandí. Es en parte por esa falta, que deseo conocer y
relatar la vida de los seres anónimos, oscuros, los que vivieron en los bordes
tratando de no caer. Quiero dar un
recorrido sobre los trabajos y oficios a los que pudieron acceder, sin dudas
los más brutos y extenuantes por falta de capacitación para algo mejor. Quiero saber cómo vivían en la intimidad y
cómo se divertían.
Y para finalizar, digo que
escribir una novela es un trabajo que demanda tiempo y dedicación, tanto por la
investigación previa a su comienzo, como por la complejidad de la obra. Sólo el deseo y la convicción profunda sobre
lo que deseamos relatar nos ayudará a proseguir el camino delineado hasta el
final.
Sonia Presa Caggiani
Taller personalizado de Novela
Empecé a escribir la novela para
dejar un “legado” de mi paso por esta vida.
Al año de estar en Taller de
Cuento, le comenté sobre mi proyecto a Ana; ella siempre decía que “la novela
es la obra de un ingeniero.”
No tenía casi noción sobre la
estructura de una novela, pero con mucha paciencia y dedicación me fui
amoldando a los criterios que la profesora me indicaba. Costó, y si guardé
silencio ante lo que su construcción demandaba fue por miedo a quedarme en el
camino.
Por fin, luego de mucho trabajo,
estoy a unos pasos de ponerme a escribirla y, en un futuro, publicarla.
La aventura de escribir una
novela es una de las travesías más placenteras e insufribles que puede
transitar un escritor. Crear un universo puede ser satisfactorio si uno le pone
pasión, aburrido si no se toman buenas decisiones, y catastrófico si no se lo
trata con cuidado.
En mi caso, fui “a la pesca”.
Comencé a escribir una novela en julio de 2013 y creía que tenía todo bajo
control. En un momento miré hacia adelante, miré hacia atrás y hacia los
costados, y me di cuenta de que estaba perdido en medio de agua. Cuando quise
remar con fuerza, noté que tenía un solo remo y que estaba partido en dos. Por
suerte, incluso con remo roto, llegué a buen puerto.
Comencé el Taller de Novela y eso
me hizo darme cuenta de muchos detalles que parecían minúsculos pero que tenían
gran importancia.
Empecé a compenetrarme más con
los personajes, comencé a ver la historia en mi cabeza, a eliminar redundancias
y contradicciones que cambiaban todo el sentido del texto.
Aunque “de afuera” no parezca tan
complicado, es una ardua labor y en muchos casos tan agotadora como placentera.
Pero ¿qué nos lleva a la
escritura de una novela? ¿Es masoquismo? ¿Suicidio?
Todo lo contrario. El placer que
se siente al ver los frutos del esfuerzo, es indescriptible. Es un éxtasis que
sólo el que se atreve a zarpar puede conocer.
Puedo decir que mi barco está muy
cómodo en el lugar al que arribó y no pienso molestarlo por un largo tiempo.
Bruno Pérez Perrone
Taller grupal de Novela
En todo comienzo de año me
propongo una meta. En el anterior fue escribir una novela. A los tres meses
comencé, sola, y teniendo la impresión de que mi familia me pensaba como una
delirante. Estaba interesada por el tema de la vejez.
Al año siguiente sentí la
necesidad de ayuda. Entonces encontré este grupo humano, dirigido por una profesora
que no solo respeta nuestras ilusiones, sino que ejerce su trabajo con
responsabilidad; opinó que tenía cualidades pero mucho por trabajar.
Cuando se inició el taller, y
desfilaron temas y más temas inimaginables, me dije: “La pucha, lejos estoy de
ser una Isabel Allende”.
Entre esquema que iba y esquema
que venía, comprobé que una novela no se hace de la noche a la mañana. Aprendí,
me entregué a la complejidad y me sentí fascinada y contagiada por el
entusiasmo de l@s compañer@s. Y acá estoy, envuelta por este mundo fantástico;
sintiendo admiración por los autores que hacen viajar nuestras mentes y siempre
están a nuestra disposición, al alcance de nuestra mano para ayudarnos a
crecer, y muchas veces cambiar nuestras perspectivas de vida.
La meta sigue en pie. Será dentro
de un año, dos, cinco... No importa llegar, sino cómo se llega.
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